Cariño mío,
Estas noches de Junio, calurosas sin exceso, convidan a contemplar las estrellas tumbado relajadamente en el jardín, o en una terraza, o desde una ventana, con los brazos apoyados en el alféizar…
Así estaba yo ayer, ensimismada contemplando el cielo, cuando se me ocurrió…
Alargué mis brazo todo lo que pude y llegué a coger un astro relumbrante que, contra todo pronóstico, no quemaba…
Todo fue empezar… La noche se convirtió en un frondoso cerezo y yo cogía y cogía cerezas hasta llenar el cestito que hoy te traigo, vida mía…
Ya están lavadas, puedes comerlas cuando gustes, son todas para ti… Si te gustan, esta noche cogeré más…
Y ahora a trabajar, a trabajar con alegría… Buenos Días Javier, Buenos Días!
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