sábado, 2 de octubre de 2010

Mascarón de Proa

Courtesy
Fotos de Analú Prestes: http://www.flickr.com/photos/lalalu/

Cariño mío,

No hay velero que se precie sin mascarón de proa, sin un hermoso mascarón que corte el viento y lo identifique.

Eso es lo que pensaba el barquito de papel que ahora surcaba las aguas convertido en un precioso velero, porque era lo único que le faltaba!!

Cuando arribara al próximo puerto su tripulación se encargaría de encontrar al mejor tallador de mascarones y encargaría uno, pero antes debía decidir el motivo: un delfín, un capitán, una sirena, un libro abierto, una estrella de mar, o quizás una pareja de albatros...? También podrían esculpir en caoba un barquito de papel, en recuerdo de lo que fue, pero la idea no lo acaba de convencer... Quería algo original y singular, como él mismo, algo que lo distinguiera de cualquier velero habido y por haber...

Fueron las mismas aguas del océano quienes le dieron la solución, una solución totalmente sorprendente e inesperada!

Parece ser que por la zona donde navegaba habitaban unas sirenas de agua...

The Mistery Tour


Nuestros BD, que formaban parte de la tripulación, las habían confundido con delfines más de una vez, pero esta vez pudieron distinguirlas con detalle. Tenían cola de pez, sí, o de sirena, según se mire, pero su cuerpo era azul, como de agua de mar helada... Cuando se sumergían en las profundidades eran completamente invisibles y sólo sus collares de perlas y corales pincelaban de rojo y blanco sus trayectorias, como si pintaran con acuarelas la superficie...

Una de ellas, aparentemente cansada de nadar, se apoyó en el ancla del velero y se dejaba llevar... En realidad a esta sirena le gustaba la soledad pero siempre se veía obligada a ir en compañía de sus otras congéneres y ya estaba más que harta... Por eso, al ver el ancla, se asió a ella con fuerza, en un intento de escapar a su destino...

Cuando los marineros la invitaron a subir a bordo no se lo pensó dos veces. Y cuando le explicaron la historia del velero y le contaron que únicamente le faltaba el mascarón y que se dirigían a buscar uno, ella misma se ofreció a serlo.

El barquito transformado era quien tenía la última palabra, pero accedió enseguida a la propuesta de la sirena azul, porque era rara, singular y bella, y además cantaba y hasta se sabía orientar en medio de una galerna.

Todos estaban contentos : la sirena por haber recuperado su individualidad, el velero por albergar al más bello mascarón que nunca hubiera podido soñar y la tripulación (nuestros BD) porque ya sabía como, una vez más te iba a sorprender...

Esta tarde iremos a Benicarló, Gilito, y mañana, bien temprano, embarcaremos en el “Gregori”, el barquito de mi primo. Una vez el alta mar, en medio del silencio, escucharás como una melodiosa voz te dice “Buenos Días, Buenos Días, Javier!”

Y al girarte verás, entre la bruma matinal, la silueta del velero, el brillo azulado del hielo y el precioso rostro de una sirena repitiendo, como un eco, “Buenos Días, Buenos Días, Javier”!

good winds

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