El planeta rosa

Cariño mío,

No sé si estarás de acuerdo conmigo en que, a veces, una simple idea tiene repercusiones en todo el Universo.

Verás… La última rosa que me regalaste era más preciosa todavía que las demás: por la extrema delicadeza de su color, por el exquisito aroma que desprendía, por la suavidad de terciopelo de sus pétalos…

Debía preservar tanta belleza, no podía dejar que se marchitara y cayera en el olvido…

Pensé en secarla entre las páginas de un libro, pero luego recordé que el Pequeño Príncipe cuidaba una rosa en su planeta y quise imitarle…

Así que pedí ayuda al grupito de BD que había trabajado en la NASA hace algún tiempo y pude llegar a un planeta con unas condiciones ideales climáticas excelentes para el cultivo de las rosas. Y la planté, la planté allí, mirando hacia la Tierra…

Y la rosa no sólo no murió sino que fue el principio de una rosaleda que se fue enseñoreando de toda la superficie del planeta.

Ahora vas a venir conmigo a mirar por el telescopio que tengo instalado en la terraza… Mira, mira cariño… Qué ves? Sorprendente, no?

En vez de un planeta parece una rosa gigantesca, a que sí? No hay milímetro que no esté ocupado por las rosas, unas rosas tan perfectas y bellas como la que tú me regalaste!

Ahora… deja que ajuste el objetivo y que lo encare hacia otro lugar… Ya está, sí, toma, mira de nuevo Gilito… Quiero que veas a la media docena de jardineros que se encargan de cuidar a las rosas en mi ausencia… Los ves? No? Pues mira un poquito más a la derecha, un poquito más… Es que los has de ver… sosteniendo una enorme pancarta en la que han escrito, con pétalos de rosa, “Buenos Días, Buenos Días, Javier!”

Deberás poner nombre a este planeta, cariño, que eso de poner nombres se te da bien…

Mientras tanto, nuestro planeta sin nombre, nuestro planeta-jardín, va exhalando su aroma, perfumando la galaxia…

Foto de Analú Prestes : http://www.flickr.com/photos/lalalu/