miércoles, 15 de septiembre de 2010

Hojas de Otoño

27,28,29.11.09 128

Cariño mío,

El césped estaba lleno de hojas secas, sobre todo de esas grandes, de platanero. Retorcidas sobre si mismas, iban paseándose por el jardín y a veces se arremolinaban a tus pies y te rodeaban, como jugando al corro de la patata...

Había unas hojas que tenían la capacidad de fijar los rayos del Sol cuando éste incidía en ellas. Pasaban de ser marrones y tupidas a ser delicada y transparentemente doradas y desprendían luz...

Al oscurecer seguían siendo luminosas y si hacía viento era precioso verlas volar en la oscuridad, como estrellas nómadas desplazándose a gran velocidad por el negro desierto de la noche...

Nuestros BD tenían curiosidad por saber qué les sucedería a las hojas si caían a la piscina y ayer quitaron la protección que les impedía entrar en contacto con el agua. Los muy bobos creían que explotarían al mojarse, como si fueran bombillas, y querían filmarlo...

Se equivocaron, claro está... Las hojas luminosas no sólo no explotaron, sino que incluso aumentaron su brillo. El jardín se llenó de tal claridad que nuestros BD olvidaron que era de noche y creyeron que se había adelantado el amanecer...

Y por eso vinieron, diligentes ellos, a despertarte y a desearte “Buenos Días, Buenos Días, Javier!”
Antes de sumergirse

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