martes, 14 de septiembre de 2010

Los Padres Mercedarios

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Cariño mío,

No sé si sabrás cuál era la altruista misión de los Padres Mercedarios… Se dedicaban a redimir cristianos cautivos de los piratas sarracenos, allá por el siglo XIII, canjeándose incluso por ellos si era necesario.

En la biblioteca del convento de los Mercedarios de Ciudad Real he podido leer relatos de liberaciones que son auténticas aventuras…

Uno de ellos cuenta una historia un tanto rarita… Unos piratas moros abordaron la nave de unos comerciantes catalanes muy pero que muy prósperos… Estos comerciantes venían de Venecia porque habían comprado a la familia de Marco Polo la mayoría de los artículos que traían a España : telas adamascadas, sedas, joyas, porcelanas, especias…

Los comerciantes, muy sensatos, no opusieron resistencia, y entregaron a los piratas todo cuanto llevaban. Los piratas estaban hasta como un poco enfadados de ganar sin luchar, de ganar sin poder desplegar toda su ferocidad y su dominio de las armas…

También estaban un poco mosqueados de que unos comerciantes, y catalanes, para más inri, se desprendieran de su fortuna a la primera, sin ardides ni tretas, y se quedaran tan tranquilos… Algo había, algo escondían esos catalanes… Removieron el barco de arriba abajo, abrieron todos los arcones y los sacos, más no hallaron nada…

Si éstos piratas hubieran seguido sus leyes de honor hubieran debido dejar libres a los comerciantes, pero como no se fiaban… pidieron un rescate a sus familias.  Éstas, atribuladas, acudieron a los Padres Mercedarios, cuya orden estaba casi recién fundada, en busca de ayuda…

El resto de la historia es, si vas a mirar, muy triste, porque es una historia donde los altruistas pierden y los desagradecidos triunfan…

Los Padres Mercedarios fueron a ver a los piratas, quienes se quedaron con ellos de rehenes, pensando en lo bien que lo iban a pasar cuando los tiraran al mar…

Los catalanes se volvieron a sus casas, pero los piratas no se lo pusieron fácil… Los dejaron a unas cuantas millas de la costa, en un bote a la deriva. Cuando ya estaban lejos, cuando los piratas ya no podían verlos ni con sus catalejos, sólo entonces se sintieron libres para… para sacar a la luz del Sol su más preciado tesoro, ése que los piratas no les habían podido arrebatar, ése por el cual lo habían perdido todo sin rechistar : unos diminutos seres, paliduchos y flacos, unos seres de ojos vivos y simpáticos…

El narrador de la historia sigue contando… “Os preguntareis quienes eran esos seres, y si procedían de las estepas dominadas por el Gran Khan… Pues no, esos seres habían viajado con ellos desde el principio, cuando salieron del puerto de Barcelona, porque eran los encargados de despertar a sus superiores de un modo muy especial… querían a todos por igual, pero había uno que se desmarcaba del resto por su bondad, sensibilidad y nobleza… A ése le leían un poema justo al amanecer, antes de decirle “Buenos Días, Buenos Días, Javier!”


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